El martes pasado, un centro de belleza utilizó una fotografía
de Ángela Molina como reclamo publicitario. A pie de foto se leía: «Entre
pasarse y no hacer nada existe el término medio: mejorar sin transformarse para
retrasar el envejecimiento y llegar a los 60 con un mejor aspecto que esta
bella actriz». Las redes sociales reaccionaron inmediatamente apoyando a la
actriz y cargando contra los responsables del centro de belleza.
Ángela Molina, de 63 años, reaccionaba días después, está
centrada en su vida y en su trabajo y no se había enterado de nada: «No sabía
nada y por supuesto no voy a demandar a nadie». «A mí me da igual que me digan
que tengo arrugas. Son mías y estoy encantada».
Una respuesta perfecta para quienes opinan que envejecer,
tener canas, arrugas, flaccidez… es un grave defecto que hay que subsanar.
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