El Observatorio
Astronómico o Telescopio Vaticano se fundó en 1578 y es uno de los
observatorios astronómicos más antiguos del mundo. Hace dos años, el jesuita Sabino
Maffeo, que trabaja en este observatorio, encontró sus nombres mientras
organizaba los archivos: Emilia Ponzoni, Regina Colombo, Concetta Finardi y
Luigia Panceri, y se empezó a investigar sobre ellas. Eran unas religiosas del Instituto
de Monjas de la María Niña que desarrollaban labores científicas para la
institución vaticana a finales del siglo XIX.
Las llamaban cariñosamente las «chicas calculadoras» por su
capacidad y precisión a la hora de catalogar las estrellas. Se eligieron
mujeres porque consideraron que eran más precisas y pacientes que cualquier
hombre. Las monjas formaron parte del proyecto «Carte du Ciel», cuando en 1887 los
observatorios astronómicos de todo el mundo acordaron repartirse partes del
cielo para observarlo y realizar por vez primera una mapa celeste. El trabajo
consistía en visualizar las placas fotográficas que tomaba el telescopio
vaticano, trasladarlas a papel y catalogarlas.
Las cuatro religiosas se formaron como astrónomas y durante
once años, hasta 1921, catalogaron 236.000 estrellas. La «Carte du ciel» no llegó
a completarse, los mapas que realizaron las monjas se encuentran en el museo del
Observatorio Astronómico y se digitalizarán
ahora.
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